L I B R O D E I S I S
KONS DE KARNAK Y LUXOR
SEÑOR DE TEBAS
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Vigésimo Cuarto GONG
Renenet
-----Gracias, ¡gracias! Gracias por haber venido; porque Te has dignado visitar mi humilde morada. Tus mensajeros han traído los tesoros de tu realeza; están echados por ahí, puestos de cualquier manera, llenando las vacías habitaciones. Uno tras otro, llegaron tus heraldos, y me anunciaron Tu venida, diciéndome y repitiéndome cómo tenía que comportarme ante Ti. Pero no me dijeron cómo vendrías Tú.
Ahora estás aquí, Señora, ¡bienvenida seas! No se , no puedo explicarme cómo se ha hecho realidad este sueño. Me importaban tus tesoros, Señora, pero me importa aun más Tu Venida.
Y ahora no sé que decirte, ni cómo recibirte, había imaginado bellos discursos y alabanzas inéditas, y rendidas reverencias… pero, no contaba con tu sonrisa. Me dijeron que tendría que humillarme hasta el polvo y besar el borde de tu túnica, y hacer todo lo que debe un buen esclavo agradecido… Pero, Tú pusiste tus manos en las mías, y me miraste riendo a los ojos, y me empujaste blandamente hacia adentro, y todo se me olvidó; todo, mis bellas palabras tan trabajosamente reunidas; el empleo que iba a dar a Tu oro; la fiesta que tenía que hacer en Tu honor…
Señora, me temo que Te voy a aburrir. No me acuerdo ni de una idea que valga la pena; me da vergüenza ofrecerte nada, pues todo es Tuyo, y ni siquiera me imagino para qué podrán servir estas riquezas. Mas, ¿qué importa eso? ¡Lo importante es que Tú hayas venido! que Tú estás aquí; que me miras y me sonríes.
Gracias, Señora, gracias porque me has librado de mi propia ridiculez, y porque has apartado el velo que me impedía comprenderte. Ganas me dan de echarme a reír de las recomendaciones tan estrictas que me dieron con respecto al protocolo de los Dioses. Tú has venido, Renenet,
Yo Te esperaba brillante y enjoyada como una momia, tintineando oro y pedrería a cada ademán de imperio, a cada gesto de cólera; una Reina consecuente con sus heraldos y sus mensajeros. Perdóname, Diosa, perdóname por haberte ofendido con mi nesciencia. Yo también creía que el enojo y la irritación eran el estado normal de los Dioses. Perdóname porque Te había imaginado como una “mensajerona” , como una “Heraldona” estirada y seca.
¿Cómo iba a pensar en que vendría con este sencillo manto verde, y sola y sin cortejo, y callada, y bailándote la risa en tus ojos azules?... ¡Oh, cómo me avergüenzo de haber creído lo que me dijeron de Ti!
Espera, Diosa, aguarda a que termine de apartar a puntapiés estas ridículas cosas doradas.
Ahora, Diosa mía, ahora puedes sentarte en el polvo. He aquí el Trono que Yo Te ofrezco, Señora, dígnate ocuparlo.
Y Yo también así, a tus pies, Señora.
Cuán felices son las eternidades en Tu presencia, Renenet, cuán confortable esta pobreza rodeada de tesoros inútiles… porque inútiles son, Renenet, Desde que Tú has venido. Tú,
…¡Oh Renenet, Diosa mía, cuán azules son tus ojos!... ¡Báñame, Señora, con su celeste resplandor, para que tu risa se incendie azul en mi sangre, y para que todas las cosas muertas se estremezcan de alegría y esperanza! ¡Renenet!..., Tú puedes venir sola y pobre porque es en Tu Mirada donde encierras tu mayor tesoro, porque ella lo convierte todo en oro azul, en ORO VIVIENTE…
Ahora comprendo porqué los dones que trajeron tus mensajeros y que llenaron de loca ebriedad a mis ojos, dejaron inmóvil y desdeñoso a mi corazón. Ahora comprendo, Señora, por qué regalas con tánta cierta generosidad el áureo brillo: es un esqueleto, ¿verdad?, un esqueleto dorado y muerto. Tú quieres limpiar tu jardín, y discretamente echas al mundo las flores secas y las hojas muertas. Y el mundo enloquece de alegría.
Ahora que estás junto a Mí, Renenet, comprendo y veo el abismo que existe entre
Oh, Renenet, si me permitieras entrar en Tu jardín, si me dejaras cultivar tus rosas vivientes…
No, Renenet, no me tomes por un mendigo. Bien estuvo la broma de tus mensajeros y heraldos; bien está la lluvia de dones áureos. Pero Yo quiero más, Renenet, infinitamente más: ¡Te quiero a Ti…! Nunca me saciarás con otra dádiva.
Quiero el azul resplandor de tu mirada, y tus flores VIVAS; quiero el dulce y tierno aroma de tu Música azul. En una palabra, quiero cultivar tu jardín.
No me culpes, Renenet, es tu Presencia quien ha despertado en mí esta ambición, y la risa de tus ojos azules, y el blando desmayo de tu cuerpo en el manto verde…
Llévame a tu jardín, Diosa mía, o tráelo aquí, haciendo florecer este polvo, ¡para que Yo Te ame sobre él!
¿Qué haces, Señora? ¿por qué has puesto en la palma de mi mano este cristal?
Es un cristal azul… un zafiro tal vez… ¡Tan azul como tus ojos! Dime, Diosa, ¿son tus ojos zafiros? También este cristal parece reír, y mirarme con un centelleo burlón. No sé… No sé…. Diosa, no quieres hablarme, pero, este cristal que has puesto en mi mano me está gritando algo… Y algo, muy dentro de Mí, se ha erguido jubiloso, en éxtasis…
¿¡Qué es esto, Diosa, qué has puesto en mi mano; qué has despertado allá en el fondo de mi consciencia!? ¿¡Por qué esta alegría, por qué este gozo indecible!? ¡¡Oh, Diosa, Diosa, Diosa Mía!!¡¡Yo aprieto este cristal en el hueco de mi puño y me estremezco con el placer de tu posesión toda!!
¡¡¡DIOSA!!!...
…Ya Te comprendo, Renenet, ya Te conozco, Diosa la más codiciada : Este cristal es tu revelación. Ya sé porqué has venido…
Sí, tenía que ser así; tenía que ocurrir un día u otro. ¿Cómo no preví este Día del Encuentro? ¿Pero, qué encuentro iba a prever , si yo…no sabía QUIÉN era YO, QUÉ era YO? ¡Oh, Renenet, deja que hunda mi frente en tu regazo,… Amada mía, Hermana mía, Madre mía, Hija mía… Renenet!...
El polvo, el cristal, el Jardín, tu sonrisa, mi gozo, nuestro amor… todo tiene ya sentido. ¡Renenet!... He estado ciego; todos los hombres están ciegos. Ven el resplandor, lo sienten, los fascina… , los enloquece… ¡Pero no saben pronunciar el grito de la sorpresa, ni aferrarse al abrazo del encuentro! ¡Oh,Renenet por qué esto es así!
Yo los he visto luchar, robar, matar, hacerlo todo… ¡por esto!... : por esto que tengo en la mano y por las otras gemas.
¡Cristales!
Yo los he visto hacer cosas abominables, y hazañas admirables… ¡por esto! Todos, Renenet, todos; ignorantes, sabios, necios, valientes, cobardes… Todos. Todos los pueblos de
…Es todo tan simple, Renenet…
¿Cómo explicar de otra forma la sensación? Veía, oía, aspiraba… tocaba… Pero, en el fondo de mi cerebro, y a lo largo de mis nervios…¿cómo saberlo entonces?
Sí…: ¡es curioso! ¡tenía asco, una repugnancia instintiva al vidrio. Cuando era niño,¿sabes?, mi madre me regaló un collar viejo de cuentas de vidrio. Al principio me entusiasmó, pero , al poco rato, Yo SENTÍ que su brillo y sus reflejos eran falsos ; y una náusea, una náusea física me remontó a la garganta; y un horrible dolor de cabeza --¡de asco!—me tuvo enfermo varios días. La náusea y el asco se repetían –y se repiten- con sólo recordar aquel viejo collar.
Era el vidrio, en realidad, lo que me repugnaba, y tánto más cuanto más parecida era su forma a la de un verdadero cristal. Puedo incluso distinguir una gema de un vidrio tallado con sólo sentir su brillo.
Díme ahora qué es lo que debo hacer; porque sé que debo hacer algo : este zafiro y… el Otro me lo están musitando. Tal vez ellos lo están gritando a voces, pero yo no oigo… ¡No puedo, no acabo de enterarme! ¡Un Mensaje esperado tántos años, tántos millones de años… y ahora no sé oírlo!... ¡Oh, Renenet, cómo eres cruel! …No me dejes en esta soledad… ¡Renenet!...
Tu risa, Señora, la risa de tus ojos azules es más radiante que nunca; ¡y en mi pecho suena un GONG de cristal!... ¡¡Oh, Diosa, qué es esto!! ¿¡¡No ves que la casa se derrumba, y el mundo, y el Universo!!?
¡¡¡RENENET!!!... ¡¡¡RENENET!!!...
…Suenan GONGS de cristal… azules…, dorados…, verdes…, rosados…, Negros… Blancos… Violetas
…Esta no es mi casa, Renenet; esto debe ser el Palacio de los Dioses. …Este no es mi mundo, el que siempre había conocido; …qué es esto, Renenet…
¡¡¡TEBAS!!! ¡¡¡ESTO ES TEBAS!!!
Tebas. El Sol sigue ahí fuera; y los árboles; y los muros; y la tierra… ¡Pero ya nada es igual a como era antes! …Ahora los veo POR DENTRO … ¡Y YO MISMO, RENENET,
YO MISMO ME VEO POR DENTRO! Y Tú, Diosa de los bellos ojos, la que estas aquí sin haber venido…
Todo ha sido tan simple…
Yo creí que necesitaría inmensas máquinas, fabulosos y avanzados encadenamientos de acero, ingentes instrumentos y la ciencia de mil siglos… Y bastó un zafiro, un pequeño cristal para hacer el milagro. Sí, ya lo sé, no podía ser de otro modo. ¡Mira cómo brillan las estrellas tras el Loto Azul! El Loto Viviente del aire, blandamente estremecido… ¿Y con esto, Renenet, que hago con esto?... con... con esta lluvia, con esta danza de cristal en que se me ha convertido el cuerpo… Veo, oigo, vibro y siento de mil maneras por mis dedos, y por mis cabellos… y por toda mi piel… y por todo lo que conmigo hizo alguna vez contacto… ¿Cómo sabré Yo ahora lo que es mi cuerpo y lo que no lo es? ¿No ves que se han abierto de par en par todas las puertas de mi cárcel? ¿No ves cómo el mundo y el Universo entero se ha quedado sin fuerza, sin inercia, infinitamente roto? ¿Cómo me podré ahora mover sin que a mi soplo se deshaga la armonía de las formas? ¡¡Oh, Renenet, por favor, no tan pronto, no tan pronto!! ¡¡No me des todavía este enorme Poder, no, Renenet, ten piedad del mundo!!
¿Por qué has puesto tus dedos en mis labios? ¿por qué me has hecho callar, Renenet? Gracias, por el maravilloso sabor de tus dedos, pero tengo miedo; un miedo feroz a equivocarme; a hacerlo mal. No, Renenet, no es que tema al ridículo : me he reído demasiado de todos, para que pueda importarme que alguien se ría de Mí; no es eso: es un miedo horrible a romper lo bello, a Distorsionar la armonía de
No, Renenet, aún no. Déjame recorrer el camino sinuoso, largo y difícil. Déjame llorar mi última lágrima. ¿¡Crees que Te pido esto gozoso!? ¡Oh, Renenet, Renenet, cómo me duele el mundo!
¡ Pero, dudo, Renenet!, ¡¡¡DUDO!!!... ¡Cuan maravillosa es la duda, cuan liberador su inestable equilibrio! Dudo… : luego puedo TOMAR y DEJAR. Dudo…, luego soy libre : ¡Yo Y MI DESEO!
Dame mi zafiro,¿es mío, no? pues así, aquí en mi mano. Quiero el Poder y
Sí, en el cristal, Renenet, ya lo sé.
Durante millones de siglos Yo he esperado este momento. Fui un enviado, uno de los infinitos enviados de mis Hermanos Cristales. Envolví en sangre mi profundo secreto, y ascendí penosamente la escarpada cuesta de lo orgánico. Protegí con todo mi ser el don precioso, mi cristal impalpable y perfecto; y vibré, recibiendo el incesante mensaje que guiaba mis actos. Una tras otra, nuevas capas del ser me rodeaban, me envolvían , se yuxtaponían dóciles a mis mandatos, como Yo era dócil a
Así, Renenet, en el éxtasis de adoración. Ya no me importa, Diosa, que tu forma adorable se vaya, que tu figura se fisure, se abra, se extienda… en el mosaico impalpable de luz. Ya grabaste en mis entrañas tu amado destello azul. Ya… eres… mía…
Adiós, Renenet… Adiós, Señora… Adiós Diosa mía…
¡Gracias! Gracias, Señora, por haber venido; porque Te has dignado visitar esta pobre morada, y convertírmela en una nube musical de diamantes… de rubíes… de zafiros…
He aquí el Trono que Yo Te ofrezco, Señora; dígnate ocuparlo
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