domingo, 11 de enero de 2009

BAJO EL SIGNO DE RENENET ( 14 )

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BAJO EL SIGNO DE RENENET
(14)

Oriente


Todo buen mago sabe que el corazón es siempre más fuerte que la mano.
El brujo ansía el Poder, con quemante pasión que le va carbonizando poco a poco, aterido y febril, gélido y oscuro, perennemente hundido en sombras de venganza y turbios deseos de dominio fácil; disgregador : SÉTHICO.
El mago ansía el Amor, con cálida pasión vitalizante que le lleva a las fuentes de la Juventud Ideal, ardiente y luminoso, perennemente absorto en la belleza del mundo superior y sutil de la Armonía; integrador : HÓRICO.
Un mago no se encadena jamás por la venganza a su enemigo : no acepta que su victoria esté manchada por un extremo. Confía en las fuerzas omnipresentes de la Armonía que harán su venganza por él.
Mago y brujo son hechiceros, pero sólo el mago es encantador...
Más o menos trabajan de la misma forma, —con tétrica seriedad, el brujo; con humorada seriedad, el mago—, sobre signos por Analogía, sobre símbolos por Trascendencia. En verdad es la mente la que opera, pero ambos saben bien que no por sí sola, aunque lo saben diferentemente : el brujo convoca formas-fuerzas evenidas del Cosmos—Pensamiento, cuyo psiquismo a ojos del mago está totalmente inmerso en el mundo imaginario animal. Encambio las formas—fuerzas que convoca el mago evienen del Cosmos—Alma, previo y posterior al mundo animal cuya naturaleza carbonada repele. Hay en esta antinomia una multitud de paradojas, con sus correspondientes inversiones de contenidos a formas. El mago es esencialmente
brujo, pero el brujo no puede ser jamás esencialmente mago, y siempre que lo pretende no consigue más que una hipócrita mixtificación puritanista Por su parte el mago piensa con su psiquismo profundo —Pseudocosmos—Pensamiento y verdadero Cosmos—Pensamiento a la vez—; las formas—fuerzas del mago pertenecen en realidad a un mundo animal idealizado, radicalmente distinto del real o sensible, y por ello la repulsión. El brujo es más estricto, pero tan adscrito a
la lógica binaria que la Onticidad le procliva a la más remota periferia.
Tan fácil y tan difícil como distinguir a un diamante verdadero de otro falso, resulta distinguir a un mago de un brujo : no la fascetación externa —formativa, profesional— sino la estructura íntima de su siquismo confiere al mago el carácter precioso —extrovertido, vitalista y brillante— de que el brujo carece. En algunos aspectos, demasiado parecidos, por antitéticos; en todo los demás, distintos y opuestos.
TEBAS es una Ciudad de Magos, jamás de brujos.
Pero no por repugnancia a la Brujería –que al fin y al cabo es una Tecnología más de la Magia—, sino a la naturaleza psicobiológica del brujo : En el mejor de los casos todo brujo es un enfermo —un neuropsiquismo disfuncional—; excluida esta concesión optimista, el brujo es un monstruo —un neuropsiquismo contrahecho—. Es por ello que execra al Vitalismo
—para el que no es apto— oponiéndole una Pseudomoral restrictiva y esclavizante.
El brujo gusta mucho de la palabra “Pureza” —...“los Puros...”— aplicada en el sentido que eventualmente le convenga —pero siempre con la idea de “químicamente puro”, simplista, formalmente idéntico al molde—.
La palabra correspondiente que gusta al mago es “Autenticidad”, —que significa lo mismo que Pureza pero... “desde Lo Hondo”—. Entre ellas existe la misma diferencia que entre lo inorgánico y lo biológico : un árbol no es “puro” sino auténtico —(en caso de ser árbol y no cartón pintado)—; una sustancia química como el bicarbonato sódico sólo es auténtica si es pura : Lo que los diferencia es que el árbol VIVE, y el bicarbonato NO.
Por eso, siempre que se lleva el concepto estereotipado de “Pureza” al terreno de la Vida auténtica, se comete una reducción vital que vuelve al alma mortecina y enfermiza, y sin otra opción que la de acicalarse con los afeites
de la Hipocresía para recobrar siquiera lejana y ridículamente el saludable aspecto de la vitalidad que perdió. Pero es claro que resulta más fácil manejar una comunidad de almas vitalmente reducidas, que con todas sus etéreas esencias; y ésta es la única razón sor la que a los brujos les gusta la “pureza”. No hay nada tan puro como un rebaño de zombies.
Ni nada tan repugnante.

Brujos de la Mano; Magos del Corazón : en perpetua lucha desde el principio del mundo. La Mano, viendo la Vida desde fuera; el Corazón, viendo la Vida desde dentro. La Mano, exterior y próxima; el Corazón, remoto e íntimo.
No que deban luchar —ni siquiera está en su posibilidad hacerlo-, pues en el Corazón reside el Espíritu que mueve a la Mano; pero los Arquetipos —que no se diferencian en Sí Mismos— sí se diferencian en las mentes de los mortales; y éstos luchan, unos desde la Mano, otros desde el corazón —de la Arquetípica Onticidad.—.

...Oriente...

En el Viejo Mito, el Demonio se rebela contra el Dios y le sustrae una tercera parte de Sus ángeles; probablemente el tanto por ciento sea aun mayor —más de la mitad, casi todos—.
Un Gesto o ni siquiera un Gesto, —por el hecho mismo de romper el nexo vital con la Divinidad—, el Demonio y sus secuaces caen en los infiernos. Tan irremisible y definitivamente como se rompe una delicada copa de cristal. Incluso si la deserción angélica hubiera sido total, y el Dios queda se Solitario, ...sin ni siquiera un Gesto... la totalidad de los ángeles habría caído igualmente en los infiernos, condenados al Hacer, estéri1 y sin esperanza.
En el Plano Arquetípico una Subversión jamás tiene éxito. No lo tiene porque la Energía que anima a toda creatura tiene su motor en su Creador : roto el nexo, las creaturas caen como marionetas desarticuladas. En una fracción temporal parece que aun se mueven por sí mismas : en realidad, rebotan.

¿Puede sostenerse pues que en la Creación hubo “FALLO” o “ERROR”? No, la Caída es una posibilidad más en una Creación de infinitas posibilidades.
Los ángeles se rebelan y caen porque el Dios es Auténtico -...Fuerte, y Débil...— : porque en algún aspecto es o parece Débil, los ángeles presumen que van a triunfar, —(jamás se habrían rebelado contra un Omnipoder macizo)—; pero porque la realidad divina es en Sí Misma más fuerte que toda otra realidad, ni todos los ángeles juntos y más que hubieran, habrían podido destronarle.
La Fuerza del Dios está en que Crea;
los demonios no pueden sino ensabandijarse en Su creación, ...y “hacer”... —caricatura de Crear—.

El Dios Crea porque Ama, —por Exuberancia de Su Desbordante Vitalidad—, y este Amor se concretiza en creaciones surgidas de la Nada a las que Amar. Tal es Su Fuerza. Pero el Dios crea en inocencia, en Presente Glorioso, como el juego de un niño. —Él, el Eternamente Niño en Su Nombre HORUS—; Eterno Niño porque es tan inmenso que jamás pasará de la Infancia.
Pero en cambio Sus pequeñas creaturas envejecen rápido y se vuelven astutas : ...¿cómo no destronar a un Niño al que pueden engañar de cien mil maneras?... Y lo intentan; y —como es natural y automático— fracasan y caen a requemarse en sus propios infiernos.
Entonces se hacen brujos, —pero ya lo eran desde el mismo momento en que despreciaron al Dios Niño, Único y Eterno Señor de la Magia, Que con la Magia de Su Mirada creó el mundo visible con sólo Verlo, y el mundo invisible con sólo Soñarlo—. Brujos, demonios, vampiros, monstruos, heáus, ex—tebanos... : nombres distintos de la misma gente.
Pero no todos los ángeles fueron infieles, —quedaron como media docena : Miguel, Rafael, Gabriel...— Sobre todo el Primero venció a las huésted malignas con una sencilla pregunta

“ ...¿Quién como el Dios?...”

y una sencilla conclusión

“ Nadie como el Dios “.


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KIR Fénix

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