domingo, 11 de enero de 2009

BAJO EL SIGNO DE RENENET ( 21 )

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BAJO EL SIGNO DE RENENET


( 21 )

Proyección


Nadie como el novelista conoce el divino y voluptuoso placer de la creación. Por eso la novela no desaparecerá nunca. Si cumple o no una función social es cuestión aparte, un subrogado; lo que importa es el entre divino y demoníaco goce de dar la vida, dirigirla y acabarla según plazca.
Se supone que la novela es reflejo de la realidad, —pero es bien cierto que la realidad absoluta de todos los días, chata y estéril como un simple eslabón, jamás es novelada- : la novela se viste de realidad como ahora Nos vestimos de pantalón y chaqueta, por uniforme de época, y porque sería un escándalo de leso público vestirnos con Nuestras túnicas y tunicelas de antaño que son las que de verdad Nos gustan.
En venganza el novelista mixtifica la realidad reproduciéndola, como Le parece; y el público se la traga y paga por ella. Pero... por un algo más.
En la novela, cualquier personaje —para ser convincente— ha de tener por alma alguna parte del alma de su creador : ser el mismo creador en las circunstancias del personaje. Pues toda novela es autopsicográfica. Y nada de cuanto en una novela de verdad se siente es ajeno al profundo sentir del que lo escribe.
Un alma creadora es tan compleja que puede dar de sí a innúmeros personajes —los más opuestos, los más dispares, los más contradictorios—, y todos forman parte del alma que los concibe, en cuya estructura viven latentes.
Porque de fuera viene tal vez el argumento, pero la esencia, es siempre emanación del interior.
Hay personajes de invención que pasan sin pena ni gloria, —simples rasgos particulares del autor, muy interesantes para él, pero poco o nada para los demás, que no se sienten reflejados—, y otros personajes de ficción qué permanecen en actualidad siglos y siglos, —porque representan rasgos generales del carácter- : Don Quijote, Otelo, Sinuhé –el Egipcio inventado hace cuarenta siglos, para Sesostris I (Dinastía XII), y no para Amenofis IV (Dinastía XVIII) como otro apoyado en aquél pero de factura contemporánea—, los Reyes Magos, etc. Tales personajes no requieren para existir más que el genio
Sincrético de un autor, y tarde o temprano acaban por encontrarlo.
Y hay por fin otros Personajes —también de ficción, también imaginarios, también irreales—- que tienen la facultad de inventarse solos sin que nadie los invente: los Dioses —ISIS, OSIRIS, HORUS, AMÓN, MUT, ...etcétera-.
Los Dioses son los Parámetros del Inconsciente Colectivo, y por tanto cualesquieras que sean los nombres que se Les den, siempre Estarán en candeleros (: con candelabros por delante). Podrá omitirse Sus cultos, Sus nombres, Sus mitos, Sus escrituras : podrá omitirse todo lo Suyo, menos a Ellos.
En vez de ”THOTH”... podemos decir “Coexistencia Pacífica”, en vez de “SHED” se puede hablar dé “Dominio sobre las fuerzas naturales”, en vez de “ANUBIS” habrá que referirse al “Miedo, Pánico, Terror” y sus variantes; y así sucesivamente, —sólo que los Dioses forman un Sistema de Símbolos perfectamente ágil y manejable, incomparablemente más práctico que el de las farragosas sustituciones correspondientes—.
No se debe olvidar que Egipto como civilización pensante y coherente tuvo una historia el doble de larga que la de esta Europa fraccionada, nacionalista y combatiente. En el terreno del Pensamiento, Egipto no tiene nada que envidiarle a nadie. Sus Dioses son el súmum de la perfección y nadie Los ha hecho tan buenos. Verdaderas maravillas de la Psicología de las Profundidades.
Por ejemplo : “MAAT” es un dual pero intraducible : decir “Las Dos Verdades” o “Ambas Verdades” —tal como puede pensarse ésto con mente europea— es incorrecto; “VERDAD—JUSTICIA” se acerca más; adonde en realidad MAAT Nos lleva es a un plano equidistante de la verdad objetiva y la verdad subjetiva, participante de ambas sin ser ninguna : —a una ‘Realidad íntima y abstracta que no puede ser poseída (nadie puede poseer a MAAT) sino que Reina, en Eterno Silencio-.
Entonces resulta que MAAT no dice nada : no habla : todas las verdades La sirven como esclavas, sin que Ella tenga que ver gran cosa con ellas.
Con una figura psicomental tan perfecta y simple, allí donde MAAT es adorada, todo el campo de la verdad es objeto de profundo e íntimo interés hasta reverente, pero controlado por el más suave y radical excepticismo; porque toda realidad
—conocida o desconocida— posee la doble naturaleza objetiva y subjetiva y SIEMPRE :
El imaginario don Quijote tiene sus estatuas; y hasta un garabato que tracemos poseerá el trozo de papel donde se le pinte.
Pero es más : MAAT Nos lleva al conocimiento de todos los Dioses —entre el Sí y el No—, Entidades que se suponen y que SON por el puro hecho de suponerlas. Y al SER, HACEN, lo que se supone que hacen.

Pero la pregunta en cuestión es “¿Y POR QUÉ SE SUPONEN?”
A ésto —como a nada— MAAT no responde nada..., pero es válido suponer que se suponen porque no hay más remedio que suponerlo. Hay Dioses desde mucho antes de que se inventara la escritura, y no ha dejado de haberlos hasta nuestros días y siguen, Saludables y Vigorosos : la juventud actual no tiene el más mínimo reparo en aceptarlos —como Símbolos, como Arquetipos, como Depósitos de energía consciente— como lo que sea, pero Los acepta. Y la juventud es la inmediata Verdad de la Vida, la que pervive cuando se mueren los viejos. Lo que los jóvenes piensen, ésa será la Verdad de los años ochenta. Lo que piensen sus hermanos pequeños, ésa será la Verdad de los años noventa. Lo que piensen los sobrinos de éstos, ésa será la Verdad del año 2000. Porque la Verdad tiene mucho que ver con la Genética.

Más que “Verdaderos”, los Dioses son “Maateños”, —Verdaderos y Justos al mismo tiempo-; no vale lo uno sin lo otro; no son realidades exteriores o exógenas; son las Realidades que desde el fondo del alma anhelamos que sean Verdad. Los Dioses son... NUESTRA VERDAD, —la NUESTRA, la que Nos sale de Lo Hondo—, que proyectamos —para verlos— en la pantalla de la Eternidad.
Nosotros extraproyectados al otro lado de Nosotros mismos : Ésos son los Dioses.
En algún tiempo se pensó que tal vez fuera mejor que la extraproyección fuera única : que al otro lado no hubiera más que un Dios. Y se hizo —dos o tres veces-, con mediocres resultados políticos y pésimos resultados psicológicos. O al menos no tan buenos como era dado esperar en sus orígenes: porque en efecto el Dios Único es la verdadera Ultrarrealidad, —en el mismo sentido en que el YO ÚNICO es la verdadera Intrarrealidad del Inconsciente Colectivo— : ...pero es que la gente no se Aman... : y mientras aquí no seamos UNO, ¿al otro lado cómo va a haber UN Dios?

Por éso es mucho más práctico que empecemos con muchos Dioses, para ir reduciendo el número poco a poco. Tal vez dentro de mil años...; sin prisas. Estas cosas van despacio.
Bien entendido que no porque sean muchos los Dioses pierden ni un ápice de Su carácter sagrado :
Lo Sagrado está en lo más hondo de Nosotros mismos : es Éso —Inviolable- con lo que no se puede jugar, —y sin embargo se puede jugar con Ello en tanto que Niños— : el Reino de los Cielos es de los que Son como Niños : Ellos lo manejan, lo revuelven, lo ponen a Su gusto . ...¿ y qué es un Niño ?... : la verdad es que sólo los Niños saben cómo Es. Los adultos ya no se acuerdan.
Se puede decir “un niño es el que cree en cuentos como La Bella Durmiente : !tonterías!” : El cuento de La Bella Durmiente no es ninguna tontería, ni son en tonterías en lo que creen los niños.
: los niños creen sólo en lo que es conforme a su profunda naturaleza virginal.
...luego vienen las doctrinas... —pero esas ya no son... Proyecciones— Son sólo proyectos.

La Bella Durmiente, ésto era una princesita que cuando nació, invitaron al bautizo a todas las Hadas —menos a una, que a lo que parece tenía más de demonia que de otra cosa—, por si acaso, los papas reyes se hicieron los olvidadizos y no la invitaron. Resulta que...



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KIR Fénix

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