jueves, 20 de noviembre de 2008

BAJO EL SIGNO DE RENENET ( 3 )

====================================================




BAJO EL SIGNO DE RENENET



Verde


---¿Cree usted en las brujerías?
---¡Hombre, claro!---y añadió---Mejor que no Me pregunte cómo funcionan.

Luego se hizo el silencio.
Y en el silencio rodaron los pensamientos, concertándose diversamente como al Azar, sin lo que llaman “un objetivo bien definido”, ni mal.
Salió un chorro de humo por la comisura izquierda, y unos seis centímetros más arriba una mirada oblícua en igual dirección. Interprétese como sonrisa.
---Es que...---y sonó el teléfono, pero era un error.
Evidentemente no placía a los Dioses que la conversación continuara en aquella dirección. O más exactamente por aquel camino.

---Bueno, y qué.
---Eso.
El Espíritu se alejó un par de yardas, a fin de desperezarse con comodidad. Por toda la faz del planeta continuaron rodando trenes, autobuses y turismos de las matrículas más diversas. La confortable Seguridad ante todo, —no hubo temblores de tierra ni erupciones volcánicas-, y en todos los laboratorios del mundo donde no era festivo los beatíficos rostros de los científicos de bata impoluta parecían estar diciéndose para sus adentros “ésto marcha”. Y asímismo las golondrinas seguían sin novedad.
Las golondrinas y también los pingüinos, de andar misterioso.

---Yo desde luego pienso que...
: Era mentira, la gente no piensa.

---¿Qué es lo que piensa usted, si puede saberse?
---Que ésto de la Brujería...
---Ya.
El del “Ya” cogió un conglomerado de amatistas en bruto. Lo miró de canto, y por el envés. Parecía tocino mineral pero muy bello; lo olió, —no olía a tocino—; volvió a olerlo, —no olía absolutamente a nada—. Lo olió por tercera vez con un cierto dejo de furia neutral —le enfureció la mudez de Su olfato—. Dejó la amatista donde estaba.

---¿Y bien?
---Que mientras no haya pruebas...
El otro dijo que sí con los párpados y plegando la cara en Meditación.
---Yo por Mí si usted quiere le lanzo un hechizo que lo dejo seco.
El otro —el otro otro— se sobresaltó : ya venía notando como un cierto aire de inconveniencia —y además que no entendía nada—.
---¿O casi mejor que pongamos música?
---Sí, tal vez---asintió el amenazado con aire molesto.
(.......................)
Al parecer por los altavoces pero en realidad por todas partes emergió una invasión insidiosa de lo que en principio no era ni música ni silencio: más temblor que vibración, más deformación de las líneas ambientes que admisión de un nuevo elemento. Y algo después una voz, que bien podía ser la del mismo interlocutor si se hubiera puesto a cantar. Lo que sí estuvo claro fue que con un dedo golpeó una ancha copa vacía de champán, sin venir a cuento y vuelto de espaldas todavía hacia el tocadiscos. El sedente vió de soslayo la figura alta y oscura, y sintió una oleada indecisa. Como en respuesta aquél se giró —secundado por toda la música—, los ojos burlones en un rostro sobrio. Y encendió un cigarrillo. Cada segundo era cómplice. Una irresistible fuerza que le enrojeció las orejas obligó al otro a imitarle encendiendo el suyo. Así no vió la sonrisa. Se creyó en la obligación de decir algo;
---¿De quién es eso?
El otro no contestó —parecía estar embebido en la audiencia—, pero el hecho de estar mirándole evidenciaba aunque de un modo equívoco que le había oído perfectamente. Encambio tomó un jarroncillo de la estantería y se lo mostró desde lejos. El sentido común patinaba. Podía levantarse, podía despedirse, pero ¿podía levantarse? ¿podía despedirse? La música y la canción que sustentaba cambiaron de tono, ascendió el volumen, se hizo más circundante, y exactamente como si formara parte de la misma el que estaba de pie se vino mas cerca.
---Le... le Preguntaba de quién es esa canción.
El otro asinti6 con la cabeza, sonriendo; se sentó en el sillón de enfrente. La mano izquierda ascendió ondeando levemente y con soltura y fue a soportar la cabeza. Con el pulgar de la mano derecha señaló un nuevo giro musical. Era obvio que se estaba burlando de él, pero, —sorprendentemente, no le importaba—, o acaso no se estaba burlando sino haciendo un experimento. Cierto que se sentía incómodo, torpe, incompetente, ...pero había también una cálida placidez en todo aquello... —aunque si al menos fuera una sesión de hipnosis...— Sentía placer y vergüenza —claramente el otro se le estaba posesionando, sentado en su sillón que a veces parecía un trono—, la sensación de hallarse en una situación fuera de lo humano, acaso celestial, acaso satánica, inquietante y confortable a la vez, ambigua y acaso ridícula pero sin ninguna opción para reírse, cerrada, opresiva y liberadora, compulsiva hacia algo que no sabía o que fingía ignorar —y ésto aceleraba el ritmo de la sangre en su garganta— o que tal vez realmente ignoraba y fuera revelador, glorioso como... —la Presencia del Otro llenaba toda la estancia—, glorioso como... —Sus ojos llameaban, los nervios del interior del tórax centelleaban finos relámpagos—, glorioso como... —todo el aire de la habitación parecía haberse escapado—, ¡como un soplo primaveral lleno de Vida, de verdor exuberante, de golondrinas venidas del País de los Hielos, de hielos blancos, montañas de hielo, playas de hielo donde anidan pingüinos blanquiazules, blanquinegros, blanquiazules de pechos blancos, de pecho blanco, blanco como una camisa de hombre, de un hombre que conduce una locomotora, que ruge vertiginosamente sobre los raíles, que se acerca, que hace temblar los cristales, todos los cristales de un laboratorio, las probetas de cristal de un laboratorio, la probeta es de forma cilíndrica y redondeada al extremo delante de una bata blanca de doctor, una bata es una camisa larga y sin pantalón, la probeta de un doctor de camisa blanca y traje oscuro que conduce una locomotora que viene rugiendo rojamente como un volcán que arroja lava ardiente y sacude la tierra y quema y llega y aplasta!
---¡¡¡AAAGGG!!!
Saltó fulminado y cayó exánime abrazado a las piernas del Otro.
Éste se lo apartó delicadamente terminando de depositarlo en el suelo, se levantó; fue hasta una estatuílla de Osiris; levántó los dedos índice y meñique de la mano derecha y unió los restantes, musitándole al Dios
—--!....Funciona...!



====================================================


KIR Fénix

No hay comentarios: